7pm hora CET, me conecto al internet, gestionamos una llamada y cibernéticamente comparto un vino en una charla con tintes de resiliencia…
Conocí a Geovanny Verdezoto por allá en el 2011, exactamente en las antiguas oficinas de El Comercio. Íbamos en camino a realizarle una entrevista a propósito de su merecida, aclamada y esperada participación en la X edición Bienal de Arte en Cuenca en donde presentaba su trabajo “Buses dedicados, Intersecciones, memoria y realidad en los nuevos tiempos”. Este proyecto inmortalizó en fotografías el sentido más humano y social de nuestra cotidianidad como ecuatorianos; como con aquel enfoque cuentacuentos que se manifiesta desde la esencia de su lente. Geovanny tiene una luz y visión humana, una esencia terrenal y sentido de país que te envuelve en sentido emocional, te abraza visualmente e integra a la realidad contemporánea. Su personalidad se presenta en sus obras: cuestionadoras, familiares, inclusivas, emocionales…
Hoy hablamos de su proyecto actual “Resiliencia y Nuevos Mercados del Arte” en retorno a su natal Santo Domingo de los Tsáchilas, Ecuador (450.000 habitantes) en donde hoy por hoy ha establecido su taller artístico. Al mes de aperturar su taller en una avenida popular de la ciudad se inauguró al lado, una licorería. Y es que, según Geovanny, en Santo Domingo proliferan los negocios como licorerías, karaokes, peluquerías, asados, existe bastante movimiento… me confiesa que se siente como un lunar dentro de su práctica en la actual ciudad en la que se desenvuelve, pero al mismo tiempo se mantiene al tanto, aprecia, ve que es lo que pasa y se involucra en la mismísima esencia local. Más allá de ser su ciudad natal, Geovanny profundiza en el reencuentro con su ciudad como una oportunidad de resiliencia: de cambio, de observación y apreciación a nuevos mercados; descentralizando el arte en búsqueda de nuevos rostros a sorprender y a cuestionar.
En su práctica diaria, dice que lo que más le llamó la atención fue la dinámica que se manejaba en el área con un material en particular: el vidrio. Su taller (y su vecina licorería) quedan cerca de la “zona rosa” de la ciudad y de una universidad, siendo el sitio perfecto para la reunión y bebidas. Él cuenta cómo al final de la semana se levantaba a encontrarse con varias botellas en la calle. “Vi al material con otros ojos, empecé a guardar a las botellas y a lavarlas, de repente, al mes tenía 300 botellas.” Su visión artística empezó a trabajar y en esa semana, ya tenía planteado un proyecto…
La idea es crear murales artísticos con materiales “controversiales” y comúnmente estigmatizados, aquellos que hemos olvidado en el pensar del “uso único”, esos que solo han de servirnos para satisfacer una única necesidad y de ahí el descarte: la basura. En este particular proyecto: el vidrio de las botellas. Y es que, según Geovanny la botella tiene “una transparencia natural, su composición mineral: arena, cales, carbonato de calcio son los elementos de la capa terrestre del planeta, estas son cosas que motivan a pensar en un cambio relacionándonos con la esencia… nos motiva a pensar en un elemento orgánico que tarda 4000 años en biodegradarse puede ser redescubierto para una reincorporación: eso realmente motiva”. Con su proyecto estructurado gestionó equipos y poco a poco la gente se fue sumando: estudiantes, ciudadanos voluntarios, administraciones públicas…Entonces el volumen de botellas de vidrio empezó a crecer.
A la par, se venían marcando algunos sucesos que sumaron la concepción de este proyecto; en abril del 2016 el Ecuador vivió un terrible terremoto de 7,8 grados, movilizando a mucha gente que llegaría a Santo Domingo sin trabajo, aterrorizados y con poca esperanza. “El terremoto nos sacudió a todos, nos dejó en un momento crítico…ahí es donde entiendes que necesitas sanar de esto, transformar, transformarte y salir.” Era la pieza final que permitiría establecer el proyecto bajo el concepto de resiliencia: la generación de empleo, poniendo un precio simbólico a las botellas que permitiría la integración de ciudadanos en riesgo de exclusión. El proyecto ha sido el ganador de los fondos concursables 2016- 2017, a proyectos de diseño, innovación y artes aplicadas organizado por el ministerio de Cultura de Ecuador quien ya ha entregado un porcentaje del presupuesto del proyecto. Por ahora su misión es seguir recaudando fondos para completar esta primera instalación y asi poder continuar con campañas de socialización y futuras aplicaciones del concepto de resiliencia y nuevos mercados del arte.
Para Geovanny, la resiliencia es esa capacidad de cambio que tiene el ser humano, está en todos lados, desde la transformación de elementos: en transformar la basura en algo bello, un trauma en algo positivo, una experiencia de mucho estrés en un impulso a superación, la transformación de llegar a superar un trauma para salir fortalecido y ser mejor…“Llegue a entender eso a partir de lo vivencial, de la observación. Para mi este concepto es nuevo, no lo había conceptualizado sino hasta que lo viví en el cambio desde empezar una familia, regresar a Santo Domingo, tener un nuevo vecino, pero el terremoto fue crucial, para que mucha gente tome conciencia sobre cómo de pronto las cosas de un rato a otro terminan o empiezan, para mí básicamente empezó…”.
Hoy la ciudad vive la visión de resiliencia de Geovanny: por un lado están los jóvenes, (en Santo Domingo el 60% población está entre los 23 y 28 años) este proyecto propone su integración considerándolos líderes de acción y coautores de cambio. Los jóvenes con los que ha podido trabajar, comparten con él, como ahora ven belleza en otros lugares, y han incorporado nuevas creencias: reutilizar, reciclar, revalorizar elementos. Por otro lado, está la ciudad de Santo Domingo considerada críticamente por algunos como una ciudad sin planificación, con cultura de mucha “viveza” y problemas sociales…Aquí el proyecto de Geovanny ha empezado a socializar nuevos conceptos influenciado positivamente, cambiando habitos, abriendo la mente a los ciudadanos a ver las cosas con una perspectiva diferente, asi como también el desarrollo de nuevos proyectos de sostenibilidad.
El proyecto sigue en marcha evolucionando en sus formas, manteniendo su esencia artística en inspiración a la resiliencia. A finales de Junio y comienzos de Julio 2017 Santo Domingo contará con este primer proyecto que supone ser el punto inicial para impulsar más vida para las urbes y mayor conciencia social.
Salud a la distancia querido amigo, prosperidad y resiliencia!
-Maggie Crespo Mijares
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Una prófuga: ilegalmente apasionada. Creativa, emprendedora, visionaria, soñadora… Caminante en la vía de la sostenibilidad: Ing. en Marketing, Máster en Green Management, Energy and Corporate Social Responsibility.
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